Para frenar el ‘cambio climático’ es imprescindible un ’impuesto a los multimillonarios’
Detener el calentamiento global representa uno de los retos más importantes de nuestro tiempo, exigiendo acciones inmediatas, de gran alcance y transformadoras. Entre las soluciones que se discuten, destaca la creación de un tributo dirigido a las grandes fortunas, un mecanismo fiscal que persigue tanto una distribución más equitativa de la riqueza como la financiación de un futuro sostenible.
La responsabilidad de la riqueza extrema
En un contexto donde el 1% más adinerado acapara una cantidad desmedida de bienes y es responsable de un porcentaje elevado de emisiones, resulta razonable y moral que quienes más han contribuido al problema, y tienen mayor capacidad de respuesta, carguen con una parte proporcional de la solución.
El impacto ambiental de los más ricos
- Investigaciones confirman que las personas con fortunas excepcionales dejan una huella de carbono que supera en cientos de veces la de un ciudadano común.
- Sus inversiones frecuentemente apoyan sectores altamente contaminantes, y sus hábitos de consumo excesivo refuerzan un modelo económico que acelera el daño ambiental.
- Un gravamen progresivo sobre las mayores fortunas podría generar ingresos de miles de millones cada año.
- Estos fondos serían clave para impulsar las energías limpias, mejorar el transporte colectivo, impulsar la reforestación y apoyar a las comunidades más expuestas a los efectos del clima.
Un llamado a la acción global
En vísperas de que los accionistas de Tesla ratifiquen un plan de compensación que podría hacer de Elon Musk la primera persona en alcanzar un billón de dólares, grupos ambientalistas piden a los estados sentar las bases de una reforma fiscal internacional. El objetivo es terminar con la evasión fiscal de las grandes corporaciones y fortunas en las próximas conversaciones de la Convención Fiscal de la ONU.
Se denuncia que los multimillonarios y sus empresas contaminantes están amasando una riqueza sin precedentes, mientras existe un déficit crónico de financiación para las medidas climáticas.
El mensaje dirigido a los gobiernos, desde las negociaciones fiscales hasta la próxima COP30, es contundente: para honrar sus promesas climáticas y de conservación de la naturaleza, deben empezar por gravar la riqueza extrema, un movimiento esencial para el beneficio de la población y del medio ambiente.
El "Impuestómetro": Una herramienta para la concienciación
Para evidenciar esta desigualdad, las organizaciones han presentado "El Impuestómetro de los Multimillonarios", una aplicación interactiva que compara los impuestos que paga una persona común con los de Elon Musk.
Esta herramienta revela de forma clara las injusticias del sistema fiscal actual en la mayoría de las naciones, un sistema que frecuentemente favorece a los más ricos, quienes son también grandes responsables de la crisis climática debido a su consumo desmedido y a sus inversiones.
También busca poner en evidencia la contradicción de que ciertas compañías paguen cantidades mínimas en impuestos mientras proponen compensaciones astronómicas para sus altos directivos.
Redirigiendo la riqueza hacia el bien común
Las organizaciones subrayan que, en lugar de permitir la concentración de riqueza en una sola persona a niveles históricos, los gobiernos podrían movilizar una magnitud similar de recursos —los aproximadamente 1,7 billones de dólares que un impuesto global anual a los multimillonarios podría recaudar— para salvaguardar vidas y garantizar un futuro para todos. Un tributo equitativo a las grandes fortunas podría sufragar la prevención de inundaciones, la mejora de la calidad del aire, la creación de ciudades más verdes, viviendas accesibles y la conservación de los ecosistemas.
“Nunca ha sido tan claro y apremiante implementar mecanismos innovadores y lograr que las grandes corporaciones contaminantes y los más ricos contribuyan con sus impuestos a los fondos públicos necesarios para enfrentar la emergencia climática”, afirman. “Existen oportunidades concretas en las próximas semanas para lograr avances significativos. La gran mayoría de la ciudadanía está de acuerdo en que las multinacionales contaminantes y las grandes fortunas paguen impuestos justos”.
La riqueza existe, falta la voluntad
Como ya se destacó en la Cumbre de Sevilla, el obstáculo no es la escasez de dinero. Desde 2015, la riqueza del 1% más rico del planeta ha crecido en más de 33,9 billones de dólares, una cifra que sería suficiente para erradicar la pobreza global en múltiples ocasiones.
Los multimillonarios continúan incrementando sus patrimonios con una carga fiscal mínima. Paralelamente, solo las cinco mayores empresas de petróleo y gas reportaron ganancias superiores a los 100.000 millones de dólares en 2024, distribuyendo dividendos récord entre sus accionistas e invirtiendo en nuevos proyectos de combustibles fósiles que comprometen nuestro porvenir.
Compromisos concretos para España
En este sentido, varias entidades han solicitado formalmente al Gobierno español que lidere una agenda de justicia fiscal y climática en los próximos foros internacionales. Esto incluye un conjunto de compromisos específicos para obtener más recursos destinados a la acción climática y al bienestar global.
- Impulsar tributos globales y europeos a la industria de los combustibles fósiles.
- Comprometerse a establecer un impuesto progresivo sobre los vuelos VIP y los jets privados en España.
- Respaldar las iniciativas brasileñas para una transición justa y la defensa de los bosques.
- Eliminar los subsidios a los combustibles fósiles.
- Avanzar en la alianza creada en la Cumbre de Sevilla para gravar a los superricos.
- Promover en la UE una posición ambiciosa y constructiva de cara a la Convención Fiscal de la ONU.
Un símbolo de transformación estructural
Además, una medida de esta naturaleza tendría un gran valor simbólico y político: demostraría que la batalla contra el cambio climático no puede depender exclusivamente de la acción individual de los consumidores o de ajustes menores, sino que requiere de cambios profundos en el sistema económico mundial.
No se busca penalizar el éxito económico, sino asociarlo a la responsabilidad social y medioambiental que le corresponde. En resumen, un impuesto a los multimillonarios no solucionará por sí solo la crisis climática, pero constituye un avance crucial hacia una auténtica justicia climática.
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