Su padre Antón murió cuando ella tenía dos años, y su madre, Anastasia muy pobre, no tenía trabajo, vivía de limosnas y sus alim...

Su padre Antón murió cuando ella tenía dos años, y su madre Anastasia, muy pobre, vivía de limosnas. La pequeña Anna Pavlova, nacida en San Petersburgo en 1881, bailaba en las frías calles mientras su madre mendigaba. Los transeúntes, conmovidos, les daban monedas. Anastasia la llevó a la Escuela del Ballet Imperial, donde fue aceptada inmediatamente. Debutó como solista en 1899 y en 1905 ya era primera bailarina. Su consagración mundial llegó en 1910 en Londres. Con su propia compañía, giras por todo el mundo consolidaron su fama como la mejor bailarina clásica. En 1931, viajando de Londres a París, su tren descarrilló en Suiza. Ella, con heridas leves, ayudó a las víctimas durante horas en el frío. Rescatada, murió de neumonía el 23 de enero. Aunque tenía imperfecciones técnicas, en el escenario se transformaba. Cuando bailaba, ya no era Anna, sino un cisne muriendo o Giselle, atravesando la frontera entre la vida y la muerte. Sus últimas palabras fueron: "Preparad mi traje de Cisne..."